jueves, 26 de febrero de 2015

La revolución pendiente


A lo largo de los últimos días hemos escuchado, discutido y debatido con múltiples personas- habitualmente contrarias al nacionalsindicalismo- acerca de lo que se englobaría en el concepto de “revolución pendiente”.
La discusión histórica acerca de los primeros años del nacionalsindicalismo, que van desde la fundación de las JONS en 1931 hasta el estallido de la guerra de 1936, es, ha sido y será algo controvertido, sometido a los excesos de la propaganda e ingrato. ¿Es el nacionalsindicalismo una ideología, o más bien, un movimiento reaccionario?, ¿han sido las juntas meros grupos al servicio del capitalismo?, ¿el nacionalsindicalismo es un movimiento democrático? En torno a estas cuestiones gira la problemática habitual del s. XXI y, a su sombra, se desarrolla la eterna danza de detractores y afines del nacionalsindicalismo. Danza, por su carácter coreográfico, visual, etéreo y fluido; eterno, por el hastío y la desvitalización que provoca en la doctrina que fundaran R. Ledesma, O. Redondo y J. A. Primo de Rivera.
Evidentemente, la cuestión acerca del papel prebélico, bélico y postbélico de FE de las JONS tiene una clara importancia a la hora de plantear cuál ha de ser el lugar que esta debe ocupar en futuros -y no tan futuros- conflictos. Tiene, además, la capacidad de permitir discurrir fácilmente por la Historia de este movimiento. Una Historia que une a precursores con contemporáneos y que, además, manifiesta las contradicciones internas y errores políticos que estos hayan cometido, con la consiguiente posibilidad de poder perfeccionar la acción en el día de hoy. Efectivamente, la Historia no ha de olvidarse pero, como ya se intuye, no consideramos que esta se deba convertir en el único ámbito de lucha social -y es social en tanto que conlleva el conflicto contra los que promulgan rotundas falsedades contra el nacionalsindicalismo- pues, a la larga, tórnase la defensa de la doctrina en una continua capitulación hacia los reductos de la historiografía y la melancolía filosófica, yaciendo muerta de inacción toda base revolucionaria.
Muy bien, una vez destacado esto, hemos de remarcar con rotundidad: el nacionalsindicalismo yace moribundo de inacción. La disputa histórica ha primado en los círculos durante las últimas décadas secando la juventud y el empuje de aquellos grandes camaradas que, cargados de ilusión, han tenido que combatir el aparato propagandístico del régimen franquista -o parlamentario, que tanto montan en cuanto a lo que la revolución se refiere-, se ha visto mermado por el paso de su juventud y el auge de unas nuevas generaciones, presa fácil de las maquinaciones liberales y socialdemócratas. Su defensa a capa y espada, tan necesaria en lo que se refiere a combatir la propaganda, ha descuidado el ataque: ha descuidado la revolución.
No debemos ser injustos, su labor ha sido heroica y necesaria pero ha demostrado ser parte de una estrategia orientada al fracaso pues, el que siempre defiende sólo puede esperar seguir cediendo terreno hasta desaparecer -de hecho, este error táctico es el que lleva a la proliferación de los sediciosos antiespañoles pues, frente a estos, toda concesión lleva a mayor poder de acción de los que ansían la aniquilación de nuestra Patria: con el nacionalismo cualquier concesión es una derrota y, por eso, no cabe más que la intransigencia. Hoy día, gracias a estos incansables camaradas, hemos de aseverar, ha perdurado la llama que reciben nuevas generaciones que, si bien poco numerosas, existen y son heroicas. Hoy hemos de aprender de los errores de los que nos han precedido -y de su encarnizada lucha-, recoger su llama e incendiar España. Hoy es momento de que los jóvenes nos formemos, organicemos y hagamos la revolución pendiente de la que nuestros mayores tanto han hablado.
Nuestros tiempos no permiten, si aspiramos a triunfar, que nos recojamos en refugios bibliográficos y morales, actuando silenciosamente y aspirando a permear, eventualmente, la consciencia de los españoles. España se nos muere. Se encuentra palpitante en el suelo, expuesta a los cuchillos de sus enemigos. Sendos cuchillos. Armas reales empuñadas, una, por el marxismo decadente y amaestrado; otra, por el liberalismo capitalista y globalizador. España grita y se convulsiona, sangrante y sufriente. No podemos abandonarnos a la discusión teórica y al gimoteo trágico por la revolución pendiente, frustrada por tantos errores terribles y penosas pérdidas que recordamos cada año. No, esto pertenece a otros tiempos y sobre ello pesan ya ríos de tinta y sudor.

La juventud de hoy tiene una necesidad: la formación. Tiene un deber: la acción. Tiene un destino: la revolución. No podemos estancarnos en la discusión. No podemos actuar indisciplinados y separados. No podemos permitirnos el respiro. Sólo cabe una consigna. Una consciencia. Formación, acción, revolución: esta es nuestra única esperanza.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Comunicado sobre la huelga del 25 y 26 de febrero


Una huelga general de estudiantes ha sido convocada para los próximos 25 y 26 de febrero. Con el lema “¡No al decreto 3+2! ¡No a la privatización de la universidad pública!”, el Sindicato de Estudiantes llama a dejar las aulas vacías y a llenar las calles. Por nuestra parte, el Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES) puede compartir el primer objetivo (vaciar las aulas) pero no el segundo (llenar las calles).
Esta convocatoria, como viene sucediendo por desgracia desde hace muchos años, parte de un colectivo empeñado en autoerigirse como representante único y absoluto de los estudiantes españoles. No es ningún secreto que el Sindicato de Estudiantes es el perpetuo brazo juvenil del comunismo nostálgico y folklórico empeñado en mezclar y en convertir las justas reivindicaciones de los estudiantes por una sociedad mejor con una doctrina tan aborrecible y fracasada como es la marxista (y a la Historia nos remitimos).

No vamos a ser hipócritas y a actuar como aquellos cuya conducta reprochamos. El FES es nacionalsindicalista y no lo oculta. Nuestras acciones en pos de un mejor futuro para los estudiantes irán siempre dirigidos y encaminados hacia la España por la que lleva luchando tanto tiempo el movimiento nacionalsindicalista, del que orgullosamente formamos parte. Pero no negaremos la condición de estudiante ni tendremos como a una persona de segunda fila a quien no comparta nuestros ideales o nuestra visión del mundo y de la vida.
 
Por justicia social, el FES apoya la convocatoria de la huelga estudiantil de los días 25 y 26 de febrero. Cada reforma educativa promulgada por los gobiernos del bipartidismo PP-PSOE sólo ha traído problemas y trabas a los estudiantes, sobre todo a aquellos cuyas familias cuentan con menos recursos económicos. Como nacionalsindicalistas, creemos que el acceso a la universidad y a cualquier tipo de estudios sólo debe tener un límite: la capacidad del alumno y nunca su nivel adquisitivo.
Igualmente, por justicia social, el FES pide a la comunidad educativa que no acuda a los actos organizados por el Sindicato de Estudiantes. El sectarismo ideológico de los organizadores y su ilegítima representación sobre la juventud española deberían ser motivos más que suficientes para rechazar cualquier apoyo a los convocantes de esta huelga. Además, nuestro modelo educativo difiere enormemente del suyo y consideramos que no basta con defender un modelo educativo fracasado que supone una de las mayores vergüenzas de España a nivel internacional (al querer mantener este sistema educativo, los del Sindicato de Estudiantes demuestran ser unos grandes reaccionarios), sino que los estudiantes españoles tenemos la obligación de aspirar y luchar por un nuevo modelo de sistema educativo.
 
¡No al decreto 3+2!
¡No más injusticias sociales!
¡Educación pública, gratuita y unitaria ya!

martes, 24 de febrero de 2015

Manifiesto fundacional del nuevo Frente de Estudiantes Sindicalistas


Vivimos una época de decadencia. Un tiempo de conflictos. Una era de cambios. ¡Caminante!, detente y concede un segundo a lo que aquí está escrito. ¡Estudiante!, regálanos uno de tus respiros y atiende a lo que tenemos que decir pues, pese a la endiablada apatía de nuestro siglo, a pesar de la rancia resignación que respiramos en nuestro repugnante entorno, nos duele España.
El Estado español es un cadáver hediondo, un monstruo administrativo que  se yergue como cárcel de un magullado y escarnecido pueblo. No obstante, España nos duele. Nos abrasa de agónico fuego y nos implora salvación. Redención para sus hijos torturados por este estado putrefacto. Redención para sí, secuestrada por aquellos que la mancillan llamándose sus “defensores”. Afirmamos, pues, que si ser patriota es tolerar la opresión del pueblo español justificando a aquellos que enarbolan los símbolos nacionales para cubrir sus crímenes, somos eterna y profundamente antipatriotas.
Por otro lado, nos hacemos llamar patriotas, decimos ser profundamente patriotas. Esto es así porque nos enfrentamos a los proxenetas de la idea nacional reclamando la justa primacía sobre ella para todo el pueblo. España no será fecunda madre mientras se encuentre en manos de los intereses capitalistas. Esta es nuestra primera misión: la conquista de la Patria para el pueblo.
Ahora bien, esto no se puede lograr sin un método de acción que, en nuestro caso, es el sindicalismo. ¡Detente!, no abandones este escrito todavía. Si bien al pensar en sindicalismo puedes haber evocado con gesto desafecto a los que envueltos en la bandera del trabajo para justificar su posición y el control de los “intereses” de los trabajadores que, curiosamente, tienden a coincidir con los suyos y los de los amos del Estado; si bien el desprestigio del sindicalismo de estado, aún queda al menos una opción. Frente al sindicalismo estatal –contratado y dirigido por los reyezuelos modernos-, el estado sindical.
El sindicalismo nuestro aspira a orientar la vida pública, a erigirse como cauce de representación por antonomasia, a construir el Estado desde el trabajo y a agrupar a la clase trabajadora en un frente común transmutándola en clase nacional. Patriotismo y sindicalismo, esto es, nacional sindicalismo.

Que quiénes somos, preguntas. Muy bien, somos el Frente de Estudiantes Sindicalistas.